EL DR. PLÁCIDO ROYO GOYANES UN BUEN COMPAÑERO Y AMIGO

EL DR. PLÁCIDO ROYO GOYANES UN BUEN COMPAÑERO Y AMIGO

EL DR. PLÁCIDO ROYO GOYANES UN BUEN COMPAÑERO Y AMIGO

 

 

Por Luis Alfonso Arcarazo García, coronel médico retirado. 

 

El día 13 de noviembre nos llegó la triste noticia del fallecimiento de Plácido Royo Goyanes, médico, médico militar, ginecólogo y especialista en micología, entre otras cosas.  Conocí a Placido en agosto de 1978 en la Casa de Socorro del Paseo de la Mina, que fue un verano especialmente caluroso. Allí estábamos haciendo guardia los suplentes, porque los titulares andaban de vacaciones, gente como yo, con la carrera recién terminada, o bien otros con mucha más experiencia, como Plácido, que hacíamos las sustituciones a amigos y compañeros.  Como el trabajo del consultorio y las urgencias domiciliarias no eran excesivas, pasábamos muchos ratos viendo la televisión en una sala grande, desvencijada y llena de sillas;  médicos, ATS, camilleros y los conductores de las ambulancias nos afanábamos por coger el asiento mejor para ver la televisión y yo, si podía, me ponía cerca de Plácido, por lo que enseguida hicimos algo de relación y me contó que era capitán médico del Regimiento de Artillería nº 20, en la carretera de Huesca.  Yo tenía que incorporarme en octubre al servicio militar, porque había estado con prórrogas de estudios, y le comenté que estaba pensando en opositar a Sanidad Militar y Plácido me animó mucho, me dijo que era un trabajo cómodo y que de vez en cuando salía de maniobras al Campo de San Gregorio a tomar el aire y a pasear por la naturaleza.  En alguna urgencia tuve que pedirle socorro, que enseguida me prestó y se ofreció a cualquier cosa o duda que tuviera, sabedor de mis escasos conocimientos y la falta de práctica con los pacientes.  Además, me convenció para hacer a medias una sustitución a un compañero del Hospital Militar, porque Plácido podía pasar consulta por la tarde, pero no hacer los avisos domiciliarios de por la mañana, aunque me advirtió que no esperara cobrar gran cosa, porque se conocía muy bien al titular.  Finalizada la sustitución me pasé por su nueva casa en Tenor Fleta y me atendió su esposa muy amablemente, porque Plácido andaba haciendo alguna cosa.

 

Esta fue la última vez que coincidimos antes de mi ingreso en Sanidad Militar, porque la siguiente ya fue en el Hospital Militar en noviembre de 1984.  Yo venía de San Sebastián a ocupar una vacante en cirugía, de ayudante de manos, y Plácido ya estaba en ginecología, que era un servicio privilegiado, porque eran tres especialistas, Félix Blanco, que era el jefe de servicio, Plácido y Paco López.  Digo que eran unos privilegiados, porque la mayoría de los servicios funcionaban con un único especialista, con lo que las guardias recaían todas sobre él.  En aquel momento creo que de la promoción de Plácido estaban destinados en el hospital Sebastián Royo, jefe de cirugía, y Paco Alonso de urología.  Como la plantilla hospitalaria era más bien escasa, había un único médico de guardia, así que los tenientes y los capitanes destinados en otros servicios teníamos que apoyarlo, haciendo también las guardias de puertas, que es como se denominaba al servicio de urgencias, ayudados, si acaso, por algún soldado médico de los que estaban haciendo el Servicio Militar, y si necesitabas a un ATS, había que solicitarlo por favor en las salas próximas a urgencias.  Era todo muy precario.

 

En aquellas guardias recuerdo haber asistido alguna urgencia ginecológica muy aparatosa y llamar a Plácido asustado, porque siempre eran mujeres jóvenes, que pensabas que estaban a las puertas de la muerte y Plácido acudía tranquilizándonos, “que no pasa nada, la llevamos al quirófano y veréis como todo se soluciona”, y respirabas tranquilo al verlo sin darle demasiada importancia.  Ocasionalmente me tocó curar a alguna de sus pacientes, una en concreto, que estaba en la UCI, porque después de una cesárea la cosa no estaba yendo bien y solicitó la colaboración de cirugía, y ahí fui yo.  También recuerdo haberle ayudado en el quirófano con alguna de sus intervenciones y, como ya he comentado anteriormente, todo con mucha tranquilidad.  Daba gusto colaborar con él y, además, te daba las gracias.

 

Plácido pasó a ser el ginecólogo de nuestras esposas y el que ha traído a este mundo a muchos de nuestros hijos.  Era una suerte tenerle, porque una especialidad tan delicada necesita de una persona especial y que diera confianza a las pacientes, y Plácido con su educación y buenas formas era capaz de tranquilizar tanto a las mujeres como a sus maridos.

 

Plácido, entre otras cosas, también se involucró con el Colegio de Médicos, en concreto, lo recuerdo en la Junta Directiva presidida por Celso Mostacero, en la que desempeñó el cargo de tesorero, y cuando se jubiló siguió participando, siendo coordinador del Aula Didáctica de Naturaleza del colegio.  Y su afición a la música le llevó al coro del Club Militar El Soto.  José María Calvo, otro compañero de Sanidad Militar, lo recuerda con mucho agrado, porque Plácido acudía de vez en cuando a los ensayos con algún guiso de setas, que era lo mejor de aquellas reuniones con diferencia.

 

 

 


Caricatura de Plácido como micólogo experimentado realizada por Bernal y facilitada por Chema Calvo

La última vez que nos vimos fue hace un año, el 22 de noviembre de 2019, en los actos que organiza el Colegio de Médicos con motivo del día del jubilado.  Fue en la comida, donde nos saludamos y al finalizar, Plácido se levantó para dirigir unas palabras sobre las jornadas de micología que llevaba, añadiendo, que seguiría con ellas mientras pudiera, pues llevaba tiempo encarando la enfermedad con serenidad.  Y como los que me conocen ya saben que siempre voy con la cámara de fotos de un lado para otro, pude hacerle un par de fotos de recuerdo.

 

Comida de médicos jubilados el 22 de noviembre de 2019

 

Desde el Colegio de Médicos me dicen que lo recuerdan con cariño y agradecimiento por todos los momentos que les ha regalado, que han sido muchos, mostrándoles sus conocimientos y experiencia en micología, afición de la que era un auténtico apasionado  Además refieren que tenía un gran sentido del humor y una sencillez propia de las personas que aman la vida y la naturaleza.

 

Y sus compañeros y amigos del Cuerpo Militar de Sanidad lo recordaremos también con cariño, agradecimiento y consideración por su colaboración y atenciones que dispensó a nuestras esposas e hijos, siempre dispuesto a asistirlos.

 

Plácido, un fuerte abrazo de todos tus amigos y compañeros, y hasta siempre.

 

Luis Alfonso Arcarazo García, coronel médico retirado.